Hoy os contamos qué hacer en la ruta de los Cátaros. El día anterior (miércoles santo) hicimos en coche Zaragoza -Colliure, en total unos 470 km. Llegamos sobre las 22:30 a nuestro hotel en Colliure, Princes de Catalogne. Un hotel muy bien situado, con una buena relación calidad/precio y bastante moderno. El check in lo hicimos con un código, ya que a esa hora no había recepcionista.

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Amanecimos temprano, sobre las 7:30. Había que aprovechar la mañana, ya que teníamos que recorrer las calles de Colliure e ir hasta Salses-Le-Château, para ver su imponente castillo. Después comeríamos en Narbona, veríamos la abadía de Fontfroide y pasearíamos por la tarde en Gruissan.

Colliure

Qué hacer en la ruta de los cátaros
David en la playa de Colliure

El día salió muy despejado, con bastante viento, pero buen día para pasear por las playas y calles sinuosas del pueblo pesquero de Colliure. Dimos una pequeña vuelta por el pueblo para hacer unas fotos aprovechando la buena luz que había. Después desayunamos en un bar que había nada más salir del callejón del hotel, «Les delicies catalans». Por 5,70€ tenían un desayuno completo, con tostadas de buen pan recién hecho, croissants (los mejores que hemos probado en los cuatro días), mantequilla y mermelada, zumo de naranja y un café.

Colliure es una pequeña población costera de no más de 3.000 habitantes. A la mayoría de la gente les sonará porque aquí vino a pasar sus últimos días el poeta Antonio Machado. Exiliado desde España debido al comienzo de la Guerra Civil Española. Recorrimos por fuera el castillo Real, la iglesia de Colliure y las bonitas playas de este pueblo pesquero.

También visitamos el cementerio. Lo teníamos a cinco minutos andando del hotel. De esta forma, aprovechamos a hacer una visita a la tumba de Antonio Machado (soriano de adopción como David). La vivienda donde pasó sus últimos años se halla no muy lejos del cementerio, en la «rue de Antonio Machado», en el número 2.

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Tumba de Antonio Machado

Salses-Le-Château

Después del paseo nos dirigimos a Salses-Le-Château, para ver su impresionante fortaleza. Desde Colliure hay unos 40 minutos por carretera. Cabe decir que todos los viajes con coche los hemos hecho evitando autopistas. No teníamos ninguna prisa y merece mucho la pena recorrer las carreteras francesas, bien por la costa o bien por el interior.

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Interior de la Fortaleza de Salses-Le-Château

Una vez llegáis a Salses-Le-Château, el camino hacia la fortaleza está bastante bien indicado al principio. Pero llega un momento que no veréis nada más que una cooperativa de vinos. Podéis aparcar el coche aquí mismo, y dar un pequeño paseo hasta el castillo, no son más de diez minutos. También podéis seguir con el coche y aparcar en un camino de tierra a la sombra de unos árboles.

Os avisamos que en la fortaleza podéis comprar la entrada combinada del castillo junto con la abadía de Fontfroide. Si vais a hacer la visita de la abadía merece la pena, ya que os vais a ahorrar unos euros. Por separado, el castillo vale 7€ y la abadía 11€ (entradas para adultos sin precio reducido), mientras que si cogéis la entrada combinada, ambos monumentos os van a costar 15€ por persona.

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Interior de la Fortaleza de Salses-Le-Château

En la temporada en la que fuimos nosotros (finales de marzo) las visitas por la mañana terminaban a las 12:00, y hay una visita guiada a las 11:15. Nosotros llegamos a las 11:30, así que hicimos la visita por nuestra cuenta. En nuestra opinión, la fortaleza impresiona mucho más por fuera que por dentro.

 

No sabemos si porque ya era tarde o bien porque solo lo hacen para las visitas guiadas, no pudimos subir a las murallas, ni a la torre del homenaje. Supongo que por ese motivo el castillo por dentro nos decepcionó un poco. En media hora podéis realizar perfectamente la visita, ya que como os decimos no está permitido el acceso a ninguna muralla ni torre.

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Interior de la Fortaleza de Salses-Le-Château

Un poco de historia:

Fue el rey Fernando el Católico el que mandó construir esta fortaleza en 1496 para hacer un fuerte defensivo hacia el acceso al Rosellón. Por aquel entonces la frontera con Francia se situaba más al norte que ahora. La fortaleza fue asediada varias veces durante la guerra de los Treinta Años y conquistada por los franceses en 1642. A partir del tratado de los Pirineos en 1659, el Rosellón pasó a pertenecer a Francia.

La frontera de ambos países se trasladó a los Pirineos, así que a partir de aquí perdió toda su importancia estratégica y sobrevivió solo por el alto coste que suponía su destrucción. Con el paso de los años fue restaurada, convertida en puesto de vigilancia. Más tarde fue prisión estatal y utilizada como polvorín durante el siglo XIX. Fue declarado monumento histórico en 1886.

Desde aquí fuimos a Narbona, puesto que habíamos visto en Tripadvisor un buen restaurante, «Les Grands Buffets». Por 30€ por persona disponen de un excelente buffet libre con comida tradicional francesa. Nuestro gozo en un pozo. Al llegar nos preguntan si tenemos reserva, ya que está todo completo.

Por cierto, para que no os pase como a nosotros, en su web tienen reserva online. Nosotros nos fiamos y al final por no reservar nos lo perdimos. Cierto es, que eran las 12:30 de la mañana de un jueves, que en Francia no era fiesta. Aún así la recepcionista nos dijo rotundamente que no, sin darnos ninguna opción.

Abadía de Fontfroide

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Interior de la Abadía de Fontfroide

Después de este pequeño inconveniente, decidimos ir directamente a visitar la abadía de Fontfroide y comer en su restaurante, que también teníamos marcado como muy interesante. El desastre anterior mereció la pena, ya que el menú que comimos en la abadía estuvo muy bien. Más caro que el buffet, pero por 38€ comimos un entrante, un primero, una pequeña tabla de quesos y un postre. Si podéis visitad este restaurante, se os hará la boca agua.

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Interior de la Abadía de Fontfroide

Una vez comidos, entramos a la abadía para hacer la visita. Os recomendamos una hora y media aproximadamente, ya que merece la pena coger una audioguía (incluida en la misma entrada). Y no os imaginéis las típicas audioguías que os tenéis que poner cerca de la oreja para escucharlas. Están hechas con una tablet Samsung y una pequeña aplicación. Mediante bluetooth van escuchándose las explicaciones cuando nos vamos acercando a los distintos puntos de interés de la visita. Por cierto, desde noviembre hasta el 31 de marzo, la abadía cierra a las 17:00.

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Noe en la Abadía de Fontfroide

La abadía es bastante extensa y está rodeada de innumerables viñas. Para que os hagáis una idea, hacen su propio vino y lo venden tanto en el restaurante como en la tienda de souvenirs. Está rodeada de jardines, los cuales se pueden visitar a través de unos senderos indicados en el recorrido. Si los visitáis, la estancia se hace bastante más larga. Simplemente por poder ver el impresionante claustro de esta abadía, merece la pena hacer un alto en el camino para visitarla.

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Claustro de la Abadía de Fontfroide

Gruissan

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Paisaje de Gruissan

Desde aquí nos vamos con el coche a Gruissan, una localidad costera de unos 3.500 habitantes. Merece mucho la pena que olvidéis la autopista, para hacer el recorrido por carretera. Los paisajes y las vistas son maravillosos, ya que por un lado hay una especie de laguna, que se confunde en algún momento con el mar y por otra parte inmensos campos llenos de viñas.

Nosotros fuimos primero hasta Gruissan playa, en la que podréis disfrutar de una extensa playa de arena fina, aunque el aire es bastante incómodo. Podréis imaginar que este sitio se utiliza para los deportes marítimos como el windsurf o el kitesurf. Ya en el pueblo de Gruissan, podéis hacer una visita al castillo que se observa desde cualquier punto del pueblo. Esta visita es gratuita, y las vistas desde arriba son impresionantes.

Qué hacer en la ruta de los cátaros
Castillo de Gruissan

Una vez descansados tras tomar un buen café, nos fuimos al hotel de Narbona para hacer el check in. Como todos los «IBIS», estaba situado lejos del centro. Las habitaciones son pequeñas, pero correctas por el precio que pagamos. Como ya era tarde, fuimos a cenar algo por el centro de Narbona.

Llevábamos apuntadas unas cuantas direcciones de restaurantes, pero fue misión imposible encontrarlos. Por el camino, vimos una pizzería y pedimos un par de pizzas para comer en el hotel, realmente buenas. Por cierto, no os podéis imaginar la cantidad de pizzerías que hay en esta parte de Francia. Todas ellas sin restaurante, solo para llevar.

Después de cenar en el hotel, preparamos un poco las visitas del día siguiente y a descansar. Mañana teníamos un día duro para subir a los castillos de Lastours y visitar Carcasonne.

Mapa 

Compartimos con vosotros el siguiente mapa donde podréis consultar el itinerario del día. También encontrareis en él los puntos de interés, restaurantes y mucha más información sobre qué hacer en la Ruta de los Cátaros 😛 .

Qué hacer en la ruta de los Cátaros

Preparativos Ruta Cátara

Día 2 en la Ruta Cátara

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David

Licenciado en matemáticas, lleva toda su vida dedicada a la informática. Más concretamente al mundo de la programación web. Es un amante de la historia y disfruta mucho con cualquier novela histórica.

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